Y si no amamanto a mi bebé…

Y si no amamanto a mi bebé…

Me encanta que actualmente esté tan en boga la lactancia materna, que existan escuelas de lactancia, grupos de lactancia, redes de apoyo a la lactancia y todo tipo de ayuda para que las madres puedan dar el pecho a su bebé.

Poned la oreja cerca, por favor, que os voy a contar un secreto: yo no di el pecho a ninguno de mis dos hijos.

Quizá no lo intentamos lo suficiente y, por supuesto, hablo en plural, porque el padre tiene una influencia enorme en este proceso, al igual que en cualquier otro que afecte a los hijos.

Quizá el hecho de que nuestro primer bebé fuese tranquilo influyó en este hecho. Lo cierto es que no se agarraba al pecho, succionaba muy suavemente, y en menos de una semana mis pechos estaban vacíos, no sentía la presión de los primeros días ni caían las gotas de leche, ya nada tenía en mi cuerpo para alimentar a mi hijo. A pesar de ello los pediatras insistían en que había que dejar a la naturaleza, que siguiésemos intentándolo unos días más. En sólo una semana mi hijo adelgazó muchísimo y lloraba día y noche. Estoy convencida de que le salvaron las reservas que traía desde mi vientre y su fuerte naturaleza, herencia de los genes de su padre.

La leche materna es una bendición, el mejor alimento para un bebé, contiene sustancias que le protegen durante toda su vida y le hacen más fuerte e inteligente… Éstas son solamente algunas de las bondades que se leen sobra la lactancia materna. Podéis imaginar, si no la habéis sentido, la culpabilidad que puede acumular una madre que no da el pecho a su bebé. Ya fue así para mí hace 23 años, ¡cuanto más lo será ahora para las desafortunadas que no consiguen dar el pecho! Ahora la sociedad está mucho más implicada en ayudar a las madres lactantes y aún se pondera más el pecho frente al biberón.

Y… ¿si no puedes dar el pecho?

Pueden existir cientos de motivos para que no amamantes a tu hijo, muchos de ellos ajenos a tu propia voluntad, pero también puede ser una decisión consciente.

Y… ¿entonces?

Olvida por completo sentimientos de culpabilidad, inferioridad, egoísmo,… o cualquier otro que se te haya pasado por la cabeza. Tú vas a hacer lo mejor, SIEMPRE. Porque tú quieres lo mejor para tu bebé y… ¡nosotros también!

Hay muchísimas personas por el mundo que han sido alimentadas con biberón y que no son tarados, ni enfermos, ni tontos,… o quizá sí, pero, te aseguro que eso no depende de la leche que hayan tomado, o, al menos, no sólo de eso.

Si os sirve de ejemplo, en mi caso, tengo dos hijos que han visitado al pediatra en contadas ocasiones, pese a que toda su lactancia fue artificial.

Hay tantos factores que influyen en tener hijos sanos que no merece la pena agobiarse por uno de ellos.

Y como siempre, nuestro especial consejo es… ¡sed felices!

Hemos colocado durante unos días esa pizarra en la esquina de Neneco: “mamá, si necesitas amamantar a tu bebé… ” Por supuesto, extendemos la invitación para las mamás que dan biberón, también para los papás y quien quiera que tenga un bebé que alimentar. ¡Sois todos bienvenidos!

 

 

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  • Verónica 06 / 02 / 2018 Reply

    Puf que identificada me siento con este artículo ! Yo quise dar el pecho a mi hija y no pude por que yo me quedé muy floja tras el parto y no producía suficiente leche con lo cual mi hija adelgazaba y sólo lloraba y lloraba y estaba enganchada a la tera todo el día, fue empezar a darle bibe y con ella todo perfecto pero yo pasé una temporada bastante mala , por que si no tenía suficiente con mi propia culpa que me martirizaba constantemente, tenía que aguantar a diario los malos comentarios , malas miradas y malos gestos de quien me preguntaba si daba pecho y decía que no , haciéndome sentir hasta una mala madre, cuando lo más sencillo era responder y a ti que te importa? Pero la gente por vivir en un pueblo pequeño se creen con derecho a saber todo y hacen mucho mucho daño

    • neneco 06 / 02 / 2018 Reply

      Imagino, Verónica, que ya lo habrás superado, pero, en cualquier caso, es muy cierto que la sociedad se inmiscuye demasiado en los asuntos personales. No hay que hacer demasiado caso de lo que nos dicen por ahí y mucho menos en el caso de la crianza de nuestros hijos.

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