Regalos para los niños

Regalos para los niños.

Se acercan las fiestas navideñas y con ellas una de las épocas del año en las que más se disparan nuestros gastos.

La sociedad de consumo ha convertido esta fiesta en un derroche de recursos fuera de lo normal. Todos sabemos que no necesitamos tantos regalos ni tanta comida para ser felices. ¿Por qué nos comportamos con los niños como si ellos sí que necesitasen todos los juguetes que podamos comprar?

Recuerdo cuando mis niños eran pequeños. Los Reyes Magos acudían a nuestra casa, a las dos casas de los abuelos, a dos casas más de tíos e incluso a casa de algunos amigos. Solían tener todo lo que escribían en sus interminables cartas. Ahora, con el paso del tiempo, te das cuenta de que hubiesen sido igual de felices con la mitad de las cosas e incluso menos.

Si esta crisis económica ha traído algo bueno, ha sido precisamente reducir nuestro nivel de consumo. Las grandes superficies y los fabricantes, de la mano de los publicistas, intentan que nuestros niños sigan escribiendo cartas interminables. Intentemos evitarlo. Intentemos conseguir que pidan una o dos cosas a Papá Noel o los Reyes Magos.

Yo personalmente soy más partidaria de conservar nuestras tradiciones en lugar de importarlas de otros países, por eso en casa nunca entró Papá Noel, por eso y porque, además, no tenemos chimenea. Si os gusta más Papá Noel, dejad pasar a los Reyes de largo. En mi opinión, hacer el mismo espectáculo dos veces en las mismas navidades es un gran error, pero cada uno es libre de actuar como mejor le parezca.

Dependiendo de las costumbres familiares hay ocasiones en las que, aunque vosotros no queráis, os veis obligados a regalar en las dos fechas, en ese caso mi consejo es que repartáis, que no intentéis que la casa esté llena de paquetes dos veces en quince días.

En cuanto a los regalos, mejor que no sean todo juguetes. Mi costumbre de poner diferentes regalos en reyes se inició por necesidad, ya que el cumpleaños de mi hijo mayor está bastante cercano a las navidades y los reyes magos le traían nuevos juguetes cuando los que le habían regalado por su cumple aún no habían dejado de ser nuevos para él. Así pues, en las “compras majestuosas” se incluían siempre libros, ropa o alguna otra cosa que fuese necesaria. Esto, lejos de desmerecer los regalos, los dignifica. Un regalo no es algo inútil o simplemente atractivo. Un regalo puede ser práctico y necesario y seguir siendo bienvenido.

Aún recuerdo con cierta tristeza como mi madre me contaba que, en su niñez, una de las pocas veces que los reyes magos habían hecho acto de presencia en su hogar le habían dejado una naranja, ¡una naranja para ella sola! Ella no lo contaba con tristeza, en aquel momento de postguerra y escasez una naranja era un gran regalo.

Mis hijos, durante su niñez, han recibido en estas fechas navideñas más regalos de los convenientes, más regalos incluso de los que querían o necesitaban, pero no siempre fue así. Durante un par de años la economía familiar sufrió una gran crisis y unas navidades el presupuesto para regalos sólo alcanzó para un puzle, una camiseta y un libro para cada uno de mis hijos. Es uno de los recuerdos más tristes que tengo de la infancia de mis pequeños, me produce desazón revivir la sensación de impotencia al no poder comprarles prácticamente nada y la amargura al contemplar los pequeños paquetes preparados la noche del día 5 que, en aquel momento,  me parecían tan poca cosa.

Mis hijos ya son adultos (o casi) y, por supuesto, les interrogué sobre ese día de reyes en particular, sobre sus recuerdos de un día en que no habían recibido casi nada de los reyes magos. No tienen ningún recuerdo triste. Recuerdan muchas anécdotas de diferentes años y distintos tipos, pero no tienen en su memoria esa sensación de haber tenido pocos regalos.

Así que, ya sabéis, si vuestra economía, como la de muchas familias,  está pasando por una crisis y no da para demasiados regalos “majestuosos”, no estéis tristes, no os desesperéis, me parece que los regalos no siempre son para los niños lo más importante. Mi hijo mayor me contó que recuerda, sobre todo, un par de cosas: una se refiere a las galletas y el agua que dejábamos antes de ir a dormir para los reyes y los camellos (al parecer nunca se cuestionó como lo hacían los camellos para subir al balcón,… la inocencia de los niños), al día siguiente apenas quedaban unas migas y unas gotas; el otro gran recuerdo es un muñeco con paracaídas que le regalaron en una ocasión y que, como había que lanzarlo desde el balcón, necesitaba la ayuda de los adultos para jugar, quizá es por eso que su memoria lo retiene con cariño.

Creo que estaría muy bien poder regalar a los niños un juguete fantástico, ese que sepamos que les hace muchísima ilusión que, por supuesto, es diferente para cada uno y no tienen por qué ser ni siquiera parecidos los de los hermanos. A veces el juguete estupendo es fenomenalmente caro, entonces tendremos que buscar algo atractivo y más económico.

Pero, por favor, no entreguemos a los niños solamente juguetes. Procurad que haya algún libro entre los paquetes, algo de ropa, algo que necesiten también, y, por supuesto, algo para compartir. En mi familia acostumbramos a poner cartelitos en los paquetes de los reyes magos, cada uno lleva un nombre, pero algunos llevan dos o incluso pone: “para todos”. Algo que haya que compartir,  sean bombones o caramelos o quizá algo necesario para la casa como toallas o paños de cocina, es una buena idea, para que los presentes nos unan un poquito más.

Por mi parte, pese a que mis “niños” ya no lo son, sigo viendo la navidad como una fiesta especial para ellos, una fiesta que nos sorprende con su espíritu algo infantil, y yo sigo cultivando ese espíritu por lo que tiene de inocencia y bondad. Sigo preparando a escondidas los regalos y poniéndoles los cartelitos con el nombre, tanto es así que,  durante los últimos 3 años en mi casa también ha aparecido un paquetito la mañana del 6 de enero que ponía “Neneco”

¡¡Feliz Navidad!!

 

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