Juguetes, más juguetes.
Juguetes, más juguetes.
Y ahora, ¿qué?
No sé siquiera si vais a tener tiempo de leer estas líneas.
Acaban de pasar los Reyes Magos por casa y, después de ellos, han debido de pasar unas 50 caravanas con otros tantos camellos y dromedarios cada una, o quizá han sido todos los niños perdidos de Peter Pan quienes han hecho una visita relámpago a nuestra casa.
La tarde del día 6 de enero, en las casas donde hay niños, la sensación para los padres es abrumadora. La alegría de ver felices a nuestros pequeños (eso si no han destrozado ya el juguete que tanto deseaban o se han puesto a llorar al ver que no funciona, ya que los reyes magos rara vez se acuerdan de las pilas) se une al agotamiento de las largas vacaciones escolares y el cansancio por los excesos de las fiestas.
La casa está llena de juguetes para colocar y quizá alguien se pregunta: “¿dónde vamos a colocar los nuevos? ¡Si ya estaba todo lleno!”
Un poco de organización, por favor.
No es imprescindible hacerlo todo el mismo día, meditemos y pensemos en nuestros hijos.
Los más pequeños en realidad necesitan muy pocas cosas para entretenerse. Muchas veces vemos con desánimo como el chiquitín de la casa se embelesa con el papel brillante de la envoltura y no hace ningún caso al carísimo sonajero bañado en plata que han tenido a bien regalarle nuestros suegros. Sí, ya sé, nuestros suegros son los abuelos de los niños también, pero si le han regalado al bebé un sonajero bañado en plata se han ganado, por méritos propios, el calificativo de suegros.
Un pequeño truco para los que disponen de algo de espacio para guardar: armarios, trasteros, debajo de las camas, detrás de las cortinas, hasta un balcón puede servir. Observad a vuestros hijos mientras juegan, elegid los 2 o 3 juguetes que más usen y los demás guardarlos.
Después de una semana, quince días o un mes,… ¡dadles el cambiazo!: guardáis unos y sacáis otros. Los bebés encontrarán juguetes nuevos a los que prestar atención. Hasta más o menos los 3 años los chiquitines reaccionan como si de juguetes nuevos se tratase. Este truquillo funciona incluso para niños de 4 o 5 años. Si dudáis, ponedlo a prueba, si reclaman algo en concreto de lo archivado, se les puede volver a sacar, eso sí, sin que ellos vean nuestro “almacén secreto” porque si lo descubren os aseguro que ya no podrá ser ni almacén ni secreto.
Si algún juguete sale del almacén repetidas veces sin tener éxito, es un buen candidato para venir a Neneco o a donarlo a una ONG.
Y ya que estamos… las casas a veces no están llenas sólo de juguetes… ¿os habéis planteado cuantas de las cosas que tenemos en casa no se han utilizado durante el año pasado?… si son muchas, atención, hay que tomar medidas, están a un paso de dejar de ser cosas para pasar a ser “trastos” y, yo no sé a vosotro,s pero a nosotros no nos haría gracias vivir en un trastero. Pero todo esto… continuará en otra historia.