Día de la madre, ¿lo celebramos?
Día de la madre, ¿lo celebramos?
No sé a vosotros, pero a mí todo esto del “día de… “, cuando se trata de regalar, siempre me ha parecido una invitación al consumismo. El día de la madre, del padre, de los enamorados, del niño y de los abuelos. Creo que también existe el día de los tíos y quizá más adelante nos sorprendan con la declaración del día del primo segundo por parte de padre, ¡quién sabe!
Sin embargo, a poco que investiguemos en internet nos encontramos con que ya los antiguos griegos celebraban el día de la madre, por lo que quizá no tengan del todo la culpa los grandes centros comerciales.
En mi caso, el hecho de pertenecer a una familia en la que mi madre y sus cuatro hermanos se quedaron huérfanos de madre siendo aún muy niños, ha fortalecido la importancia que damos a este día. Desde pequeña procuraba deleitar a mi progenitora con preciosos dibujos y poemas que ella apreciaba enormemente (creo que no se hubiese alegrado tanto si le hubiese regalado un auténtico Picasso).
Y cuando he sido madre yo misma, también me han encantado los regalitos de mis pequeños, mucho más voluntariosos que valiosos, todo hay que decirlo. Sí que es cierto que, en la actualidad, los detallitos vienen muchas veces del colegio o guardería, donde los docentes procuran ofrecer sus mejores artes para sacar una amplia sonrisa a las mamás.
Esto está muy bien, pero los más chiquitines quizá no van todavía a la guardería y no pueden ser ellos quienes piensen en festejar a su mamá.
Queridos padres: ¡os toca a vosotros!
Aunque nunca hayáis celebrado el día de los enamorados y otros similares y además sepáis con absoluta certeza que vuestra chica considera todo esto una tontería, creedlo: probablemente cambiará de opinión con su primer día de la madre. Incluso a las embarazadas les gusta que les celebren su primer día como mamá, porque, aunque su bebé aún no haya nacido, ellas ya empiezan a verse como madres.
El regalo es lo de menos, si es que lo hay. Lo importante es el reconocimiento de los demás, de los que nos quieren, en especial de nuestra pareja y, por supuesto, si ya tienen edad, de nuestros hijos.